A LA LECHERA LE FALTARON LOS HUEVOS
Recuerdo que tuve un profesor que para enseñarnos la forma de crear una empresa nos explicaba que con un huevo era suficiente para empezar una actividad empresarial, pues, de ahí sale la gallina que nos da huevos, que a su vez se reproducen… hasta poder llegar a la granja. Bueno, el huevo, formación básica en mercadotecnia, mucha humildad para empezar de cero, mucho trabajo y un proyecto enfocado a un nicho de mercado. Y no mencionó ningún tipo de financiación a través de la banca, lo cual me sorprendió, aunque luego descubrí porqué.
La idea del huevo como origen de una empresa podría ser similar al cuento de la lechera, le dije yo. ¡No! Contestó el “profe” alterado. El cuento de la lechera es uno de los relatos que más daño ha hecho a nuestra iniciativa empresarial, ya que, el desenlace produce frustración y genera inquietud en el emprendedor. Además, proporciona justificación al temeroso “para que no me pase como el cuento de la lechera”. Con el agravante de haber creado una opinión social que prejuzga la viabilidad de cualquier proyecto nuevo y la convierte en una crítica feroz ante un posible tropiezo. Esta es la enseñanza negativa de la famosa narración. Otra cosa hubiera sido que, la ilusionada lechera, después de la caída y pérdida de la leche, se hubiese levantado con vigor y hubiera vuelto a por otro cubo y, a pesar del tropiezo, seguir adelante con su proyecto. Pero, no lo hizo.
Por ello, el mensaje de fracaso que trasmite el cuento es dañino para la persona dinámica. Así, socialmente se premia al incapaz, al cómodo, al vago catalogándolo de “prudente” y, en cambio, se castiga el posible error del audaz, del creativo que intenta llevar adelante una nueva actividad. Y así nos va. Toda la clase enmudeció, nadie se atrevió a contradecirle.
Y dadas las actuales circunstancias de incertidumbre, provocada por la avaricia financiera, se ha creado un enorme deterioro de la economía productiva y como consecuencia un empobrecimiento general de la sociedad. Y, además, se está generando un enorme endeudamiento con los llamados “mercados”. Deuda, que también condicionará a las futuras generaciones y que, revestida de un interrogante legal, podría ser calificada en Derecho Internacional como “deuda odiosa”. Nadie es capaz de decirnos cuánto tiempo va a durar esta situación y a qué nivel de miseria vamos a llegar.
Y en este contexto, hay que ser realistas y reconocer que las empresas, salvo alguna excepción, están pasando una difícil situación. Ya que, muchas son inviables y otras tienen grandes dificultades para adaptarse al presente escenario. Por ello, resulta normal la disminución de plantillas. Esto explica el escaso éxito en la respuesta a las peticiones de trabajo que tanta desesperación produce en el parado. Es como intentar pescar en un estanque donde no hay peces.
Así, la solución más idónea será dirigir nuestro esfuerzo hacia la microeconomía y aprovechar todas las posibles sinergias para generar trabajo a través del autoempleo y de nuevas empresas. El impulso Keynesiano que haga crecer nuestra economía se tiene que apoyar sobre el potencial que representa el capital humano. La enorme masa de jóvenes con elevada formación junto con el alto número de desempleados con habilidades y experiencias adquiridas en sus trabajos es un tremendo valor, que antes de pensar en la emigración, se deberían orientar hacia la creación de pequeñas iniciativas. Los proyectos empresariales creados estarán basados sobre la actual coyuntura y por lo tanto tendrán la misma viabilidad que los creados en época de auge económico. La posibilidad de obtener financiación no varía mucho de la existente en otra circunstancia porque la banca no financia proyectos, solo presta dinero a quien le ofrece garantías para devolvérselo.
Para ello, hay que aprovechar los nichos de mercado que existen en todos los sectores de nuestra economía si tenemos en cuenta los factores de diferenciación, de especialización, de crear valor añadido en los productos existentes, y estudiar distintas formas de distribución que representen una mejora para el consumidor. También, sería muy importante para los futuros emprendedores adquirir algunos conocimientos de marketing, pues, ello les proporcionaría mejor visión para encontrar los huecos sobre los que encaminar su proyecto. Y, en consecuencia, les sería más fácil entender el mensaje de mi profesor cuando nos quiso desmitificar determinados prejuicios que entorpecen los inicios de una actividad emprendedora, explicándonos, que con un huevo se puede crear una empresa. Aunque, yo creo, que será mejor si se ponen los dos.
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