MANUEL. LA HUELLA DE NUESTROS ANTEPASADOS
La primitiva alquería
de Manuel estaba constituida por una explanada, que abarcaba la plaza san Gil y
la parte contigua de la calle Maestro Garrigues, antes plaça de la iglesia y carrer
Nou, respectivamente. Todo ello formaría un recinto cerrado con una gran
plaza, que tenía al fondo y en la parte central la mezquita. En la parte
sudoeste del mismo lateral de la alquería, se ubicaba el cementeri de moros, que después de la expulsión quedó abandonado y
plantado de moreras, tal y como se indica en los textos del archivo parroquial
de Manuel: “…un campo secano plantado de
moreras, lugar a favor de dicha Iglesia
en pago de 100 L. que le debía, por derecho de sepultura.” (Expediente
propiedades de la iglesia años 1739-1818). A la derecha de la mezquita,
estaba la salida de la alquería a su huerta por el camì de l´horta, hacia lo que hoy conocemos como partida de les foies. Y, en su parte opuesta, había otra salida para
acceder al camino de Al-Getzira y medina Satiba, también conocido como la Vía Augusta.
Esta constitución
seguía la costumbre musulmana de dotar de un gran espacio al lugar del edificio
religioso. Sitio donde los viernes, “día de la Reunión”, después de la oración
del mediodía en la mezquita, se reunían los hombres para hablar de trabajos,
operaciones de compra, venta, tratos sobre censales y acuerdos de boda.
Las casas, que
actualmente se encuentran a la derecha de la actual plaza san Gil y que
estarían en el centro de la plaza, serían de construcción posterior cuando las
necesidades de espacio forzaron a su ocupación para alojar a nuevas familias.
Estas se construirían dentro del período musulmán o morisco, como lo prueba la
distribución interior de las viviendas que tienen una luz entre muros de carga
de seis codos califales. Este tipo de arquitectura aún se conserva en aquellos
edificios cuyas reformas posteriores no han afectado a su estructura básica.
Un dato muy importante
que confirmaría la tesis inicial sobre
la constitución originaria de la alquería, es la existencia de una acequia de
suministro de agua corriente en la
parte trasera de las casas, que aún se conserva en algún tramo. Esta
conducción recorría el perímetro exterior
que constituía el primitivo caserío para el suministro de agua a todas las
viviendas. De esta forma, se aseguraba a todas las familias de la alquería el agua
para boca, higiene y limpieza. Esto representaba un avance muy importante con
respecto a los demás caseríos de la época. Para el abastecimiento de las casas
centrales de la alquería se construyó una acequia subterránea que discurría por
los corrales y el agua se obtenía por
medio de un pequeño pozo que accedía al
conducto del subsuelo. Esta acequia aún existe en algunos intervalos y en los
años sesenta del pasado siglo se utilizaba como desagüe para las aguas fecales.
No existe constancia de que existiera algún tipo de conducción para
suministrar agua a las casas que se construyeron
posteriormente, cuando se realizó la ampliación de la alquería fuera del
recinto mencionado.
En cuanto a las
costumbres de los musulmanes que habitaban las alquerías, se sabe que solían
comer recostados sobre el suelo y eran aficionados a los toros y a cantar albaes, comportamientos que el dominico
de Algemesí, Jaume Bleda, los presentaba con aspecto peyorativo en sus
radicales escritos sobre los moriscos. Con respecto a la comida, se alimentaban
principalmente de verduras, frutas, dátiles, higos, pasas secas y disponían de
una gran cantidad de recetas de pastelería. Algunos hábitos de su alimentación
y tipos de dulces, que ellos elaboraban, han llegado hasta nuestros días, como
la almoixávena, el panquemado, l´arrop, el panfigol, y otros muchos que tienen
como base la miel y la almendra. Aunque algunos de estos pasteles y confituras,
es de lamentar que casi hayan desaparecido en la actualidad.
No se conocen datos
sobre el origen de la antigua alquería del actual Manuel y también se desconoce
su nombre. Lo más probable es que el topónimo con el que se la denominaba
correspondía a la familia musulmana que explotaba sus tierras. Terrenos
conseguidos, bien por la iqtá, que
suponía la donación de tierras a una familia por servicios militares prestados
al estado musulmán, o a través de la qatiá,
que eran entregas de tierras en usufructo perpetuo a condición de pagar el 2,5%
de los ingresos anuales. Formas de cesión de extensiones rústicas yermas para su cultivo, posiblemente inspiradas en la enfiteusis del Derecho Romano. En el Llibre del
Repartiment no aparece la alquería
de Manuel, quizá por tener un nombre y ubicación confusa que no ha sido posible
determinar.
Es muy probable que la
riqueza de agua de la alquería de Manuel favoreciera su mayor crecimiento, con
respecto a las de su entorno. Así, en el año 1510, cuando ya se habría producido
la ampliación fuera de su primitivo recinto, el censo de habitantes de la zona
de influencia de la mezquita era: Manuel 44 casas, Faldeta 11,Torreta 11 y
L´Abad 12. Teniendo en cuenta la media de personas por casa en la citada época,
nos daría una cifra que supera los cuatrocientos habitantes. Además de estas
viviendas moriscas, había cuatro familias cristianas que ejercían los oficios
de herrero y hostelero.
Repercusiones
de la guerra de Germanías
En el mes de julio del
año 1521, durante la guerra de Germanìas,
el ejército de agermanats incendió
las cosechas y las casas de la alquería y obligaron al bautismo a todos los
musulmanes que vivían en ella. Las consecuencias fueron que de las cuarenta y ocho familias que
había en el año 1521 en la alquería de Manuel pasaron a treinta en el censo de
1527, todas las demás huyeron, posiblemente, al norte de África. La validez de
este sacramento administrado a la fuerza fue puesta en duda por alguna
autoridad eclesiástica. A pesar de ello, en la cédula real firmada el 4 de
abril de 1525, se dio por válido este bautismo y los musulmanes pasaron a ser cristianos nuevos. A partir de entonces
en el acervo popular se les conocía como moriscos
y con esta denominación han pasado a la historia.
El incendio provocado
por los agermanats quemaría el techo
de vigas de madera y demás elementos de la mezquita sin dañar los muros ni la
curva de ladrillo. Así, en el año 1529, sobre la estructura de la mezquita
incendiada, se inició la construcción de la primera iglesia de Manuel y en el
año 1541 aparece como nueva parroquia separada de la de l´Énova. Se construyó
un campanario de espadaña y se cambió la entrada para el nuevo recinto
cristiano, ubicando ésta en la parte central de la fachada. Se tapió el antiguo
acceso y la arcada quedó enclaustrada en un muro lateral. Cinco siglos después,
en el año 2011, se descubría el arco al observar una grieta que dibujaba la
curvatura oculta. Esto sería la prueba de que el citado semicírculo de adobe
pertenecía a la construcción original del edificio.
La actividad
eclesiástica de esta primera iglesia estaría muy limitada debido a la
resistencia de los cristianos nuevos
para aceptar la nueva creencia religiosa. Y, por otra parte, la complicación
que suponía el hecho de que los moriscos seguían utilizando su lengua árabe,
que los cristianos denominaban algarabía.
Esto les impedía entender a los predicadores cristianos, que venían a decir
misa y a tratar de conseguir su formación católica, pues estos solo les
hablaban en valenciano o castellano. Así se denuncia en la carta que los
síndicos envían al rey en el año 1595:
“… Y aún con todo esto aun en estos lugares políticos como es Valencia, Xàtiva,
Segorbe, Alzira y otras partes adonde ay comercio de cristianos viejos… no dexa
de aver algunos descuidos y negligencias en los Rectores pareciéndoles que con
decirlas Missa de ocho a ocho días han cumplido con la obligación de sus
oficios; quanto más en las Baronías y Valles de dicho Reyno adonde no solo no
les dicen misa pero aun muchas gentes, hombres y mugeres, no entienden la
lengua valenciana ni castellana por el poco comercio y trato que tienen fuera
de sus Baronías y en ellas no aver solo el Rector los días de fiesta…” Por
ello, la acción de los catequistas que la iglesia enviaba para conseguir la
formación religiosa cristiana de los moriscos de la alquería resultaría casi
nula.
Origen
de la mezquita
En la época de
dominación de los almorávides, desde finales del siglo XI hasta la mitad del
XII, estos fomentaron la creación de mezquitas rurales para dar un mayor
impulso religioso a la sociedad musulmana andalusí. Hasta entonces solo
existían estos edificios para los creyentes en los grandes núcleos de población
y, por ello, existe la posibilidad de que se creara la mezquita de la alquería
de Manuel en este período. Esta tiene su fachada principal orientada al
sudeste, en dirección a la Meca. Esta orientación era común en todas las
mezquitas y el referente para la disposición de los cuerpos de los creyentes en
los entierros. Estaría libre de construcciones a su alrededor, pues, para los
islamistas de la época, la mezquita, como lugar sagrado, no podía tener a su
lado ningún edificio adosado. Al lado del acceso al recinto, aún existe una
acequia que se utilizaría para las abluciones de los creyentes del islam. El
acceso al interior sería por la parte izquierda del edificio y la entrada a la
sala de oración (haram) estaría coronada por
un arco de medio punto, de ladrillo macizo. En su muro interior estaría
el mihrab, que indicaba la dirección hacia donde debían orar los fieles. La
distribución de los espacios en el interior aún conserva la dimensión entre
muros de carga propia de la etapa musulmana. Posiblemente, ésta fuera la única
mezquita rural de las alquerías de la zona, o quizá, la más importante, pues no
consta ningún edificio que hiciera la misma función en los caseríos de
alrededor. Posteriormente, en época cristiana, por iniciativa del rector don
Vicente Climent, se terminó la construcción de la casa adosada a la antigua
mezquita, que se inauguró en el año 1684. Este hecho se recuerda por una placa
que se colocó, y aún existe, en la fachada con la inscripción: Año de 1684,
Mosen Vicente Climent. La primera y la última letra del alfabeto griego que
simboliza “CRISTO PRINCIPIO Y FIN” y a continuación el símbolo de “MARÍA”